Algo que amo de los noventas, que instaló en mi alma el espíritu grunge y que me inspiró infinitas veces como fotógrafa, es el escenario de las casas antiguas, desgastadas, abandonadas, mal pintadas, con las paredes empapeladas, lúgrubes, sórdidas y sin embargo hermosas. Y por supuesto, el eterno atractivo de una campera de cuero con un vestido de tul...
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